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El drama de los que tienen sed

Gobierno se resiste a reconocer la gravedad del problema del agua, miles están desesperados por la desaparición de ríos y humedales

Maynor Salazar

18 de abril 2016

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I. Las Canoas: de fuente de agua a charco

Lo que antes fue un hermoso paisaje y una fuente hídrica para las poblaciones aledañas, hoy solo es un charco del que ni siquiera las vacas pueden tomar. Lo poco que queda de agua es extraído por motores para regar el trigo. De la presa Las Canoas solo quedó el nombre, porque ni los pequeños botes pueden ya navegar en sus aguas.


La presa Las Canoas está ubicada en el kilómetro 52 de la carretera hacia El Rama. Desde hace cuatro años, Karla Vargas y su familia han visto cómo el nivel del agua ha disminuido de forma considerable. Antes tenían la presa como patio trasero y ahora deben caminar más de 20 metros para ver en lo que se convertido ese “charquito”, la fuente que un día les dio de beber.

“Aquí tenemos un pozo. Lo cavamos cuando el agua comenzó a alejarse. Tiene 25 varas de profundidad, pero se secó. Ahora nos toca pagar 540 córdobas a la semana para poder sacar agua de un pozo que es privado”, afirma Vargas, quien tiene la esperanza de que un buen invierno calme la sed de muchos y vuelva el caudal de la presa a la normalidad de hace diez años.

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Karla Vargas observa el pozo de su casa que desde hace 7 meses no tiene agua. Carlos Herrera | Confidencial

 

Benicio Rodríguez es habitante de la comunidad de San Agustín. Durante toda su vida ha criado ganado y nunca, dice él, el agua había faltado en esta zona. El año pasado dos de sus vacas murieron porque no hubo pasto y porque el agua de la presa Las Canoas se alejó y se convirtió en fango.

“Esto es tan triste, antes aquí había un montón de pescados, recuerdo que veníamos a pescar, dejábamos el ganado pastando y tomando agua y podíamos ver hasta lagartos. Hoy esto se va convirtiendo en un desierto. Las vacas no pueden ir a beber agua a la presa porque se pueden quedar pegadas y de ahí no las sacamos”, cuenta Benicio.

Todas las mañanas este hombre observa con tristeza cómo lo poco que queda de agua en la presa es usada para el riego del trigo. Su preocupación aumenta cuando saca agua del pozo. Cada día hay menos y teme que el ganado muera de sed. “Ojalá haya buen invierno, así nos vamos a recuperar, ojalá”, dice con mucha esperanza Benicio.

La crisis del agua es un problema que se está agravando en varias partes de Nicaragua a consecuencia del despale, la deforestación y una sequía prolongada. La presa de Las Canoas es una muestra de la realidad que golpea a ríos, cuencas artificiales y hasta el gran lago Cocibolca, uno que resiente los efectos de una situación que se agudiza por la falta de políticas de planificación territorial que proteja los mantos acuíferos.

II. Tisma: de paraíso a desierto

Hasta hace cinco años el humedal de Tisma, en Masaya, era promovido como un sitio con enorme potencial ecoturístico, ideal para el avistamiento de decenas de aves migratorias.

Hoy, esos 10 kilómetros cuadrados no son más que una especie de desierto con cadáveres de aves que llegaron al humedal y murieron por la falta de agua. Los ciudadanos de Tisma ya no necesitan pangas para a travesar el lugar, ahora lo hacen a pie, en motos, camionetas y mototaxis.

Heyner Espinoza es uno de los tantos habitantes de Tisma que se asustan por el deplorable estado del “humedal”. Tiene una hija de cinco años y no sabe cómo le explicará en un futuro el por qué se secó la laguna. “Aquí venían muchos turistas, ahora no hay nada”, confiesa muy contrariado Heyner.

De las personas que llegaban a laguna a pescar, solo quedaron unos botes consumidos. Los pescadores desaparecieron, migraron y también abandonaron las clases a distancias que recibían de parte de Isabel Urbina.

La caponera de Heyner ahora puede transitar donde un día fuela laguna de Tisma. Carlos Herrera | Confidencial

La caponera de Heyner ahora puede transitar donde un día fuela laguna de Tisma. Carlos Herrera | Confidencial

“Nuestros círculos de estudio funcionaban de cuatro de la tarde en adelante. Ellos (los pescadores) no han bajado, creemos que es por qué ya no tienen que pescar aquí, pero no perdemos las esperanzas de que van a regresar”, menciona Urbina.

Fabio Buitrago, biólogo y ecólogo, asegura que lo que sucedió en Tisma fue un fenómeno que se podría replicar en otros cuerpos a causa de la deforestación y la falta de árboles alrededor de las fuentes de agua.

“Vos ves el espejo de agua, la superficie. Uno cree que no ha cambiado en nada, si acaso un poco el color, pero si vemos verticalmente la cantidad de lodo que viene todo los años acumulándose, hace que la distancia vertical sea menor, lo que pasó aquí (en Tisma) es que llegamos a una columna de agua tan pequeña y poco profunda que se evaporó, y se convirtió en un pequeño charco. Es algo que probablemente le va a pasar al Xolotlán, y algo de lo que el Cocibolca no está exento, porque le están llegando sedimento a través de ríos”, argumenta Buitrago.

El estado desértico en que se encuentra el que fuera un sitio Ramsar, pone en aprietos a las comarcas vecinas. El agua para beber es escasa y cuando los pobladores tienen la oportunidad de conseguirla la pagan cara.

Algunos pobladores como José Alfonso Cano, de la comunidad de Las Montañas II, tienen que recorrer más de 10 kilómetros diarios, para comprar cincuenta córdobas de agua. “Yo hago dos viajes, gracias a Dios tengo mi carretón, sino saldría más caro, cien pesos es lo que pago”, comenta.

“A veces hay agua, otras veces no, nosotros tenemos que rebuscar para poder tenerla. Es bastante dura esta situación”, confiesa Marco Antonio Ruiz, habitante de Tisma.
Buitrago explica que el volumen de agua se pierde porque no hay infiltración, y el uso desmedido en la agricultura o ganadería, son elementos que están provocando que los cuerpos hídricos se sequen y que se disponga de menos agua.

Los expertos no son optimistas con la recuperación del humedal de Tisma. Sus habitantes tampoco. Los pozos se están secando y familias como la de Belén Acevedo cada día deben caminar grandes distancias para hacerse con agua. Esta señora a veces lo hace acompañada por los suyos, otras lo hace sola.

“Pues qué nos queda, buscar el agua para beber, para lavar, es triste porque las autoridades no nos ponen atención. Deberían de venir y abrir pozos, no dejar que desperdicien el agua regando, porque usted viera como riegan, y nosotros padeciendo de sed, eso no es así”, relata Acevedo.

La situación de la familia de esta mujer no parece que cambiará. Por el momento, ella tiene que caminar kilómetros en la mañana para asegurar el agua a sus hijos. Dice que se quiere comprar un carretón, para poder traer varios baldes con agua.

III. Una ciudad sedienta

En el barrio Waspán Norte de Managua el agua llega a los grifos a las siete de la noche y se ausenta a partir de las cinco de la mañana. Otros barrios como el anexo a José Dolores, no tienen la misma suerte y tienen que lidiar con desvelos en las madrugadas para poder llenar sus recipientes.

Auxiliadora Quiñónez es habitante de este barrio. Todas las noches prepara cinco baldes, dos barriles, cuatro galones y varios recipientes con tapadera, para recoger agua. El problema del desvelo la golpea cada día más, sin embargo, confiesa que no puede dejar de hacerlo, pues prefiere ser ella quien se sacrifique y no sus hijos, que asisten por las mañanas al colegio.

Los pobladores recorren largas distancia para obtener agua. Carlos Herrera | Confidencial

Los pobladores recorren largas distancia para obtener agua. Carlos Herrera | Confidencial

 

“Yo veo como en otros lugares, las residencias, ahí en Las Colinas, o donde vive esa gente importante, los políticos, nunca falla el agua. Pero aquí no pasa eso, no nos tienen consideración, a nosotros nos castigan y solo en la madrugada tenemos agua. Una vez me dormí y me quedé sin agua, tuve que andar pidiendo a los vecinos y usted sabe, a nadie le gusta regalar, peor cuando se desvela”, relata Quiñónez.

Los vecinos de este barrio ya tienen más de seis meses en el mismo trajín. La madrugada se convirtió en otra forma para interactuar entre ellos. Unos se aventuraron a abrir un pozo, pero sus esfuerzos terminaron cuando llevaban a penas seis varas. “Mi hijo y otros chavalos que son de aquí estábamos en eso, pero es difícil, además que no sabemos cómo se clora o si es potable el agua, mejor vamos a seguir esperando que Enacal nos responda y que llueva, porque dicen que si llueve todos vamos a tener agua”, Róger Campos.

A pesar de que la racionalización es evidente, las autoridades de Enacal y de gobierno no hacen mucho para proteger las cuencas subterráneas, de las que se abastece al 70 por ciento de la población capitalina.

Ruth Selma Herrera, experta en recursos hídricos, señaló de negligentes a las autoridades nacionales en el manejo de la crisis del agua. “Yo no siento a las autoridades del agua gobernando el agua, las siento viendo con absoluta negligencia este problema y como que no es responsabilidad de ellos”, dijo la especialista.

Herrera explicó que desde hace 50 años el país depende de agua subterránea para el consumo humano (60 por ciento) y en el caso específico de Managua, de la subcuenca III.
“La subcuenca III va desde Sábana grande, pasando por Veracruz, Esquipulas y parte de Ticuantepe. Un estudio que hizo la cooperación japonesa en 1993, concluyó que esta subcuenca alberga el agua de mejor calidad, la menos vulnerable a la intrusión del lago”, mencionó Herrera.

A pesar de tener esa información a la mano, los gobiernos anteriores y posteriores al estudio, no se han preocupado por frenar el despale en la capital y por detener el avance de las urbanizadoras en dirección a la subcuenca III.

Herrera manifestó que estos gobiernos otorgaron permisos para construcción de forma incorrecta y que lo hicieron en la subcuenca, poniendo en riesgo las reservas de agua a contaminantes y la principal fuente de agua que abastece a un 70 por ciento de la capital.

“Al día se saca de los pozos 110 millones de galones de agua y no estamos infiltrando nada, cada vez van a quedar menos pozos y si no detenemos estos problemas, si seguimos impermeabilizando los suelos, habrá desabastecimiento. El gobierno debería de ver con ojos de emergencia el problema del agua”, dijo Herrera, quien agregó que “no veo a la Asamblea Nacional haciendo algo, no veo a la población reclamando derechos y emplazando a diputados para que tengan conciencia de la responsabilidad que tienen con leyes ambientales de agua”.

[destacado titulo="El génesis de una sequía"]

Culpar solo al cambio climático por el problema de la sequía en Nicaragua sería irresponsable, coinciden expertos en el tema. Si bien es un factor que aporta al fenómeno, Salvador Montenegro, experto en recursos hídricos, explica que la causa de fondo es un proceso de degradación ambiental que sufre el país desde hace varios años y que está ligada a la deforestación, la agricultura no sostenible, la ganadería extensiva y la falta de medidas para proteger el agua subterránea y del mismo Cocibolca.

El problema de la deforestación es crítico. Un ejemplo claro es el despale que sufre la cordillera de Dipilto-Jalapa, una montaña de más de 43 mil manzanas. Los pobladores de la zona han denunciado desde hace varios años la tala de los bosques de pinos que hacen empresas madereras que cuentan con permisos de Marena, Inafor y las autoridades municipales.

Fabio Buitrago, biólogo y ecólogo, dice que la deforestación reduce el agua que llega de forma subterránea a las cuencas. “Los bosques son una especie de esponja, retienen el agua, la infiltran, la van soltando de a poco y mantienen el cuerpo de agua. Si se pierde ese bosque, menor cantidad de agua se infiltra y menos se abastece de forma subterránea a las cuencas”, asegura el experto.

La situación se agrava con el avance de la frontera agrícola. En Diriamba, por ejemplo, las autoridades municipales permitieron el despale de varias manzanas de bosque seco para el cultivo de caña. Los ciudadanos se opusieron a la decisión de la comuna, sin embargo, sus peticiones no fueron escuchadas ni tomadas en cuenta. Lo mismo sucede en León, Chinandega y Managua.

Montenegro asegura que a pesar de que este proceso de degradación es constante, se le resta importancia cuando caen las primeras lluvias (raquíticas en los últimos tres años) en el territorio nacional. De igual manera sucede con las previsiones específicas de la Ley General de Aguas Nacionales que todavía no son implementadas.
“Han pasado nueve años y el Sistema Nacional de Información de los recursos hídricos todavía no existe. No hay un sitio donde podamos averiguar cuál es el nivel actual de las aguas del Cocibolca o de los distintos cuerpos de agua”, asegura Montenegro.

“Hemos perdido cobertura forestal y pudimos prevenir lo que hemos venido haciendo. Cómo no vamos a perder el agua si estamos perdiendo el bosque. Esto no es para sorprendernos, es una consecuencia del mal uso de los recursos y la falta de visión de los gobiernos”, considera Buitrago.

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[destacado titulo="Silencio de Ortega ante drama de sed"]

El pasado cinco de abril, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) reconoció ante los medios de comunicación que existe una crisis provocada por la poca lluvia de los últimos años. Luis Ángel Montenegro, director del ANA, dijo en su comparecencia que estaban trabajando en un “borrador” del Plan Nacional de Recursos Hídricos que establece la Ley General de Aguas Nacionales.

Sin embargo el comandante Daniel Ortega mantiene el silencio sobre este problema. Después de 29 días de no comparecer públicamente ante la sociedad nicaragüense, reapareció en una actividad protocolaria y no hizo referencia a la crisis del agua.

Para los expertos como Buitrago esta crisis es responsabilidad de todos los nicaragüenses. “Todos debemos tomar una parte en conservar nuestros recursos. Vos encontrás en todos lados gente haciendo mal uso del agua. Los productores tienen responsabilidad, porque están aportando químicos y sedimentos. El bombeo de agua para cultivo es otra acción que termina contribuyendo a perder agua y estas actividades económicas deben ser reguladas por el gobierno central y municipalidades”, afirmó.

Por su parte Montenegro argumentó que “el uso prioritario del agua es el consumo humano, antes de tomar cualquier decisión tenemos que asegurar cuánta agua está disponible para abastecer a las poblaciones rurales y urbanas y para eso necesitamos saber dónde está esa agua y cuánto hay. En segundo lugar están los usos del agua, comercial e industrial, agrícolas y sobre esa base de información podríamos hablar de una gerencia del agua”, aclaró.

En el caso de Managua, Ruth Selma Herrera, experta en recursos hídricos, manifestó que para brindar una solución al problema del agua, primero se debe conocer a cabalidad sobre el problema para luego tomar decisiones.

“Lo primero es escoger hacia donde debe crecer Managua y proteger la Subcuencua III y que no sigan concentrándose las urbanizadoras, los barrios, sobre la zona núcleo. Ahí no se pude hacer nada a 250 metros de los campos de pozo y en el kilómetro restante, deben revisarse el tipo de vivienda, respetar lo que dice Ley de agua que hay que dejar un 25 por ciento de área de recarga y no hacer cualquier poza séptica para evitar contaminar el agua”, recomendó Herrera.

La especialista indicó que también debe darse mantenimiento a las plantas de tratamiento que tienen las urbanizadoras y hacer un mapa de las áreas despaladas para realizar una reforestación intensiva.

“Tenemos que exigir que se cumplan las leyes y que se empiece a legislar en el tema de la extracción, porque no solo se extrae el agua de Enacal, sino todos los pozos que privados que pagan menos que un poblador de un asentamiento”, mencionó Herrera.

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Maynor Salazar

Maynor Salazar

Periodista. Investiga temas de medio ambiente, corrupción y derechos humanos. Premio a la Excelencia Periodística Pedro Joaquín Chamorro, Premio de Innovación Periodística Connectas, y finalista del premio IPYS en el 2018.

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