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Entre dictadura “arriba” y arrogancia “abajo”

Un ridículo que hacen los sectores arrogantes y sectarios. Además, se asustan de su propia sombra

Un ridículo que hacen los sectores arrogantes y sectarios. Además

Onofre Guevara López

19 de enero 2021

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Con sus esquemáticas alusiones al imperio para seguir pareciendo “revolucionario”, su agotada retórica y sus cansadas palabras, Daniel Ortega sigue dándole vuelo a la falacia acerca de su orientación “socialista”.

Tanto de espaldas a la estatua de Rubén como de la realidad, estuvo sentada la imagen de una dictadura que, entre flores, colores, luces y demás afeites (cuan dama de circo envejecida), Daniel compitió con las ganas de dormir de su público aburrido y cancaneó su poesía. Digo, la poesía de Rubén.


Lo trágico es que ese espectáculo se montó no muy lejos sobre otra mala imagen que caracteriza a su régimen: la cárcel modelo. La de los presos encerrados, porque presos estamos todos, en el modelo de cárcel que han hecho de Nicaragua.

Así, entre “puesía” y presidio, Ortega alimenta los prejuicios a los anticomunistas trasnochados, aunque de ambos se conocen sus respectivas finalidades: el dictador seguir ostentando una imagen de “revolucionario”; y los otros, congraciarse con los gobernantes estadounidenses.

Por cierto, Daniel solo engaña a pocos en el exterior. Pero no a los gobernantes venezolanos y cubanos, con cuya solidaridad diplomática (aparte de los cuatro mil millones de dólares venezolanos) piensan, muy mal, que junto a Ortega fortalecen la resistencia ante sus agresores externos.

Los anticomunistas de aquí, saliendo Trump de escena, tienen esperanzas en la geopolítica del nuevo gobierno. Y no piensan mal, porque Biden también es producto del sistema estructural que solo cambiará de formas, no de esencia. Mientras ellos siguen la tradición libero-conservadora de pensar en que la salida de la dictadura y el futuro de Nicaragua depende de la “comunidad internacional”, el traje elegante con que se viste la geopolítica estadounidense. Este, es uno de los motivos de su reticencia a la unidad política diversa real, no la de palabras.

II

Viendo y sufriendo el mismo panorama político, pasamos ya los catorce años bajo la dictadura de “arriba” de los Ortega Murillo, a los cuales el trumpismo criollo bautiza, ridículamente, como “socialista” o de “izquierda”.

Un ridículo que hacen los sectores arrogantes y sectarios. Además, se asustan de su propia sombra. ¿Por qué? Fíjense: la dictadura orteguista no ha sido otra cosa que un modelo capitalista en miniatura, liliputiense: estructura económica nacional privada, macroeconomía con sus tremendas desigualdades sociales, son relativamente iguales a las estructuras de los mejores países capitalistas.

No por mera casualidad, la desprotección sanitaria de amplios sectores sociales, se lo reveló la pandemia del coronavirus, lo que fue y sigue siendo, un desastre, tanto en los países desarrollados como en los países pobres, porque se rigen con una similar política económica neoliberal.

El sistema político neoliberal orteguista, se distingue de la sociedad democrática, capitalista y liberal, en que viola todos los derechos humanos con mayor descaro y no le reconoce a nadie sus derechos a ejercer sus libertades públicas, ni siquiera respeta los derechos de sus ex aliados del Cosep. Tal cómo actúa y por qué actúa, la de Ortega es una dictadura capitalista.

III

La dictadura de los Ortega Murillo no deja de ser capitalista por la ausencia de la burguesía tradicional con el control total o parcial del poder político.

Por un tiempo, el tiempo del corporativismo… ¿quiénes suplieron esa ausencia, y fortalecieron el sistema caricaturesco de capitalismo que tiene la dictadura, si no los grandes capitalistas del país?

Esa verdad quedó demostrada durante los años que la burguesía tradicional cogobernó con los dictadores, y fueron igualmente reprimidas todas las libertades públicas. Eso quiere decir, que con ese estado corporativo no desaparecieron ni el capitalismo ni la dictadura.

IV

Observando bien ese asunto, no es fácil dejarse meter el cuento de que aquí hay una dictadura, porque el gobierno es “socialista” o de “izquierda”. Los grandes empresarios podrían haber seguido felices ganando dinero a la par de los Ortega Murillo, de no haber mediado la represión con matices de crímenes de lesa humanidad desde hace tres años. Y qué bueno que hayan rectificado, por lo menos la mayoría.

Todavía hay muchos grandes capitalistas, tratando de borrar su reciente pasado con el silencio. Inútilmente, porque sus responsabilidades quedaron marcadas con sello constitucional:

En la exposición de motivos que Ortega mandó para que su asamblea aprobara la reforma de la Constitución y aprobara su reelección continua, se fundamentó en un pensamiento de Carlos Pellas. Así, con todas las letras del nombre del mayor capitalista del país.

Solo ese hecho, deslegitima la arrogancia y el sectarismo que, cual dictadura de “abajo”, ahora está imponiendo la señora del Partido CxL dentro de la Alianza Cívica. Por un lado, poco asombra, pues el discurso de la señora Monterrey sigue igual al del trumpismo, y por el otro lado, su puntapié a la unidad atacando a la Coalición Nacional y la UNAB, coincidió con el llamado de Ortega a revivir el modelo de dictadura capitalista con el Cosep. (Dije coincidió, no vayan a mal interpretarlo)

¿Alguien puede pensar que lo de Ortega, no es un capitalismo neoliberal y actúa como un dictador sin principios democráticos ni socialistas? Pero, aunque se trate de algo grotesco, algunos líderes de oposición –a la cabeza la señora Monterrey—viven recitando todos los días que Ortega es dictador, porque es “socialista”.

Otra coincidencia: esa puya contra la unidad con el pretexto del “socialismo”, la manejan los gobernantes estadounidenses, cuando engloban a Nicaragua con las experiencias socialistas de Cuba y Venezuela. Que lo digan los políticos yanquis, no extraña, pues siempre han sido capaces de confundir a un gallo con un zopilote cuando conviene a su geopolítica de gran potencia. Lo que parece una torpeza –por no decir otra cosa— es repetirlo en Nicaragua, estando a la vista las verdaderas causas de nuestra tragedia.

V

¿Por qué piensan que a los gobiernos estadounidense les interesa que los nicaragüenses vivamos en democracia? Si los derechosos fueran sinceros, con solo esta verdad histórica, desvanecerían en su mente esa mentira: los gobiernos estadounidenses nada democrático y ninguna libertad nos han heredado con sus intervenciones armadas y políticas, sino gobiernos semi feudales de la oligarquía conservadora y a los tres dictadores Somoza.

Hay suficientes motivos para entender lo destructivo, por no decir lo anti nacional, de ese cuento en con el que se sabotea el fortalecimiento de la unidad en la acción, al mismo tiempo que levantan las raídas banderas del conservatismo ideológico y del anticomunismo trasnochado.

Es el mismo discurso de Donald Trump, el campeón del anti “socialismo” en contra del Partido Demócrata, que le ha causado tal desprestigio a la política de su país y a su plutocrática clase dominante, que ahora los estadounidenses inteligentes comentan las consecuencias para su país. Y esto, no lo dejarán de lamentar los estadounidenses en el resto de sus vidas.

Tomando en cuenta cómo dañan a un país desarrollado el anti-todo, más ridículas lucen las posiciones ideológicas trumpistas en un país, como el nuestro, en donde decir macroeconomía equivale a decir macromiseria para la mayoría de la población trabajadora del campo y de la ciudad.

Si algunos políticos en la oposición pudieran ver su imagen a través de sus posiciones y discursos, les daría vergüenza parecerse a los políticos colaboracionistas, zancudos verdes o rojos, porque están llegando a sus mismas posiciones por otra vía: la vía de la intolerancia política que divide y excluye, sin más razones que sus prejuicios. Ojalá que solo sea por eso.

Al margen de estas cuartillas

*Un mexicano, que no olvida la historia de su país, se sumó a los millones que comentan la trumpada contra la democracia de sus vecinos, diciendo que:

*Trump tuvo que organizar y lanzar sus turbas en contra del Capitolio, personalmente… ¡porque en Washington no existe embajada de los Estados Unidos!

*Al que no le guste la historia, pienso yo… ¡dos enciclopedias!

*Parece que la AC, tolera los puntapiés que la señora del CxL da contra la unidad, porque otra candidata para el concurso… ¡la dama de la sonrisa cautivadora!

*Cierto o no, algunos piensan en la AC que el carisma de la señora sería mejor… ¡como candidata a generala del ejército!

*Y, como ella es tan humilde, pienso que, en un nuevo ejército democrático, se conformaría… ¡con la candidatura para sargento!


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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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