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Troles, cuentas falsas y bots maliciosos: las plagas del debate público en las redes

Para cualquier tipo de trol la recomendación es ignorar, no responder, bloquear; incluso, no leerlo. No hay que alimentar al trol

Mildred Largaespada

17 de marzo 2021

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El lanzamiento de la precandidatura de George Henríquez Cayasso, el líder creole del partido Yatama en la Coalición Nacional, fue un acontecimiento novedoso y no solo por sus estilosas rastas (dreadlock) sino más por su propuesta política que defiende los derechos de los afrodescendientes e indígenas, según destacó. Su presentación política fue bastante celebrada en las redes sociales de Nicaragua.

Hasta que entraron los troles y dijeron: —Pero es negro.


A partir de los comentarios de los troles, la gente que simpatizaba con Henríquez Cayasso dejó de hablar de la propuesta política del precandidato y empezaron a responder a los troles y comentar en Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp y Telegram sobre “¡Ay, cuánto racismo hay en la nueva Nicaragua!”

Un par de troles y un grupo de gente que no sabe tratar con troles pueden desvirtuar el debate político, poner en gris las ideas interesantes y darle brillo a opiniones irrelevantes. Los troles se quedaron felices, consiguieron su objetivo y un enorme protagonismo. Porque eso es lo que buscan: romper la conversación y llamar la atención.

Los troles, las cuentas falsas, anónimas, los bots maliciosos son la plaga de las redes sociales en todo el mundo. Y en la conversación digital de la Nicaragua que vive en tensión política a diario, estos males digitales irrumpen en el debate político desvirtuando la libertad de expresión.

Qué es un trol

En las redes sociales se conoce como trol a una cuenta con identidad desconocida que irrumpe en la conversación con el propósito de molestar y provocar reacciones negativas. También es un comportamiento —se conoce como “trolear”—, pues puede provenir de cuentas con identidad conocida. El fin que persiguen es el mismo: divertirse, decir groserías, mentiras, introducir un tema de conversación para provocar que se desvirtúe la conversación.

Hay troles simpatizantes con la causa azul y blanco, como los que interrumpieron el lanzamiento de Henríquez Cayasso. Y hay troles simpatizantes del régimen, conocidos como troles orteguistas. Pero un trol de cualquier signo ideológico no podría hacer nada sin un troleado que le escriba y le haga caso.

Para cualquier grupo de troles la recomendación es la misma siempre: no alimentes al trol.

Analizando un caso

Un caso emblemático que revela la magnitud de los errores que comenten los usuarios nicaragüenses con los troles es el que ocurrió con la conversación digital que derivó cuando la universitaria y exrea política Amaya Coppens recibió el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje en marzo de 2020.

Esa vez estudiamos el caso, pues generó gran reacción debido a que el premio es un gran reconocimiento, lo recibió de manos de Melania Trump y la joven llevaba un pañuelo morado-feminista en su muñeca. La entrega ocurrió el 9 de marzo, decenas de usuarios de Twitter la felicitaron, todo era una fiesta henchida de orgullo por ver a Coppens reconocida.

Ese día, en la red nicaragüense el nombre “Amaya Coppens” generó 2157 tuits y 1478 retuits. En la cuenta de Coppens la gente celebró a lo grande, felicitándola.

Hasta que llegó el trol a insultarla. De hecho llegaron cinco troles —dos reconocidos por apoyar la causa azul y blanco y otros dos que no estudiamos—, pero hubo uno que llamó la atención. Fuimos a buscar esa cuenta y encontramos que: desde cuatro días antes ya estaba denigrando a Coppens. El día que ella recibe el premio también la insulta en un tuit, y de pronto ocurrió el fenómeno: la gente que estaba celebrando a Coppens empezó a conversar con esa cuenta, generando una conversación que se desvió de la celebración. El trol comentó 41 veces parasitando la celebración y haciéndose notar. Y decenas de usuarios le contestaron.

Y aquí viene lo interesante: esa era lo que se conoce como “una cuenta dormida”, un perfil falso o anónimo, que se activa a conveniencia. Su último tuit había sido el 12 de noviembre de 2019, y solamente la recuperó (despertó) para atacar a Coppens. Indagando en su contenido se reveló como una cuenta proclive al régimen. Así que quienes celebraban a Coppens “conversaron” con intensidad con un don nadie.

Qué hacer con los troles

Lo que hay que hacer ante la presencia de una cuenta que interrumpe con una banalidad las conversaciones en las redes sociales es: ignorar, no responder, bloquear; incluso, no leerlo. En corto: no hay que alimentar al trol.

Así lo recomienda Sara Martín, de Metricool, una prestigiosa herramienta de gestión de redes: para identificar un trol “el primer paso para enfrentarte a ellos es reconocerlos. Identificar quién es un verdadero trol de las redes o quién está usando el humor”. Porque es cierto que puede haber un usuario desubicado que quiere hacerse el gracioso reventando una conversación en las redes sociales.

Metricool también identifica varios tipos de troles:

  • Los meticulosos: aquellos que esperan a que cometas el más mínimo error para restregarlo en redes sociales. Como faltas de ortografía.
  • Los incongruentes: escriben comentarios que carecen de sentido. Estos escriben por escribir sin aportar absolutamente nada.
  • Los graciosos payasos: esperan cualquier publicación para hacer chistes sobre lo que sea. Usan el humor como máscara para criticar.
  • Los agresivos: publican material ofensivo (racista, sexista, machista…) para conseguir hacer ruido generando debates o malas reacciones.
  • Los hackers black hat o crackers: amenazan con realizar acciones de cracking. Reventar webs, mandar ataques de SEO negativos, inyectar cuentas con seguidores falsos o sacar sus bots para bajar la reputación de tu marca en redes sociales.
  • Los invencibles: más que invencibles son “cansinos”. Nunca se cansan de atacar a una marca o persona, no se rinden y se mantienen firmes erre que erre.
  • El superfan: aunque dentro de este mundillo parezca que todos son haters y trollers, también existen personas que son fans incondicionales de marcas o de personas que lo defienden a muerte”.

Esta tipología se presenta a diario en las conversaciones digitales de Nicaragua, en todas las redes. Así sea que una joven usuaria suba su foto mostrando la belleza de su cuerpo y diga: “La subo porque sí y porque quiero”, ya llega el o la trol a decir: “pero no se quita lo gorda”. O bien, alguien que aporta algún análisis político sobre los acontecimientos nacionales es recibido por un comportamiento trol que le contesta: “pero no mencionas nada sobre la situación en Myanmar”.

Para desarrollar el debate político en Nicaragua el poder lo tiene la gente: es la y el usuario quien tiene que empoderarse fortaleciendo sus destrezas digitales, saber reconocer al trol a primera vista y decidir no alimentarlo.

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Mildred Largaespada

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