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Principal lección para el Ejército de Nicaragua: volver a la institucionalidad

"El Ejército no puede ignorar las grandes lecciones que dejó la guerra de los años ochenta"

Guillermo Pérez Leiva

30 de abril 2018

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En su última nota de prensa el Ejército de Nicaragua hizo un llamado a la reflexión. También es deber de la institución militar hacer esa reflexión aunque sea a posteriori; de manera crítica y humilde debe aceptar su cuota de responsabilidad en los últimos acontecimientos.

Por mandato constitucional, el Ejército es una institución de carácter apartidista y apolítica. Al abandonar la institucionalidad tomó partido, y no se puede ser juez y parte. Ahora, es urgente bajarse de ese carro porque de lo contrario corre el riesgo de ser arrastrado al abismo y hundirse con un modelo de gobernabilidad fracasado. Nunca es tarde.


El Ejército no puede ignorar las grandes lecciones que dejó la guerra de los años ochenta. Mientras calificábamos de delincuentes a los grupos armados, un ejército campesino tomó forma ante nuestros ojos.   Ya tarde descubrimos que la guerra de agresión se había convertido en una guerra civil.  Una mala lectura de la realidad no permitió aprovechar plenamente las posibilidades de terminar la guerra mediante una salida negociada con EEUU.

El liderazgo político no logró  descodificar la verdadera naturaleza de la estrategia de guerra de baja intensidad. Mientras se proclamaba el modelo de orientación socialista, como rumbo estratégico, el  socialismo real colapsaba. Sólo hasta que se dieron cambios dramáticos en la geopolítica mundial, y hasta que nuestra economía nacional también colapsó, aceptamos haber cometido el error estratégico que prolongó el sufrimiento de la población y aumentó el costo de vidas.

Se violentó el principio de unidad de propósitos en la guerra, con la existencia de posiciones encontradas y variadas lecturas de la misma según los intereses en juego. Con justa razón, Marcus Wolf, jefe de los servicios secretos de la RDA (Stasi)  escribió en sus memorias que la Revolución Sandinista sobrevivió a pesar de sus órganos de inteligencia.

Foto: CCC

En la actualidad, el fracaso del FSLN como instrumento para el cambio social, la anulación del espacio electoral para resolver civilizadamente nuestras diferencias, el abandono del profesionalismo por la Policía Nacional, entre otros factores, nos han llevado a la crisis en que nos encontramos.

No tengo dudas de la calidad humana del liderazgo militar actual, de sus raíces populares; el Ejército no es una institución criminal ni corrupta. Pero ser buenas personas no es suficiente, es casi generalizada la opinión sobre la pérdida de la capacidad de visión estratégica de la institución militar. Es hora de agregarle peso a su trayectoria histórica para fortalecer su liderazgo.

Es un imperativo nacional regresar al Ejército a su sendero de la profesionalización. Ésta, y no otra, debe ser la verdadera estrategia del Muro de Contención. Sus valores éticos, el capital histórico y la confianza acumulada entre la población le dan la posibilidad de ser un factor de disuasión estratégica.

En el proceso de reflexión hay muchas preguntas que se deben de responder. ¿Por qué razón abandonó la doctrina de seguridad democrática surgida de los acuerdos de paz y asumió la de seguridad soberana? ¿Cuántas veces los órganos de inteligencia y el Concejo Militar le ha presentado al Ejecutivo una lectura geopolítica estratégica de la realidad nacional y mundial? ¿Por qué está el Ejército asumiendo las lecturas partidarias de la realidad que se hacen desde el Ejecutivo? ¿Por qué cerrar los ojos ante los reiterados atropellos a nuestra Constitución? ¿Por qué no se considera la eventual entrega del territorio nacional a una potencia extranjera como amenaza a la Seguridad Nacional? ¿Está consciente el Ejército que continuar con su actual curso de acción (abandono de la institucionalización) pone en peligro real la existencia misma de la institución militar?

Es responsabilidad del Ejército estar consciente que la crisis  que vivimos los nicaragüenses se desarrolla en un escenario internacional explosivo, contradictorio, frágil, y lleno de incertidumbre en que cabe la posibilidad real de un eventual colapso financiero, ecológico y de guerra mundial, ante los cuales el país no está preparado.

Una verdadera lectura de la realidad del país y del mundo en que vivimos es un asunto de Seguridad Nacional; hacerla desde una perspectiva institucional, apolítica y apartidista es responsabilidad del Ejército de Nicaragua.  Es el único camino correcto.

 * El autor es Licenciado en Ciencias Políticas y Mayor Retirado del Ejército de Nicaragua 


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